lunes, 24 de febrero de 2014 |

El bochornoso espectáculo de Évole.

Ayer no tuve el "placer" de ver Salvados (el programa de La Sexta de Jordi Évole), y visto lo visto, dudo que lo haga. Me suscitaba mucha curiosidad el capítulo en cuestión , y a la vez intuía que nuestra televisión no era ni mucho menos el lugar o la plataforma donde iban a abordar el 23F como merece la pena hacerlo, es decir, aludiendo a la participación del monarca. España es tan democrática tan democrática, que si pones en tela de juicio que realmente lo sea, te conviertes automáticamente en un antidemócrata. La crítica debe quedar circunscrita a un determinado ámbito, no se puede ni se debe poner en tela de juicio determinadas cosas, entre ellas el maníqueo Golpe de Estado o los no tan beneficiosos efectos del proceso que conminó en la Constitución del 78 y que actualmente estamos sufriendo. El caso es que me entero de que ni tan siquiera ha sido un programa del montón, sino que para colmo se ha rodado un falso documental con el único fin de crear expectación y jugar con la audiencia. Copiando el formato que inició magistralmente Orson Welles y posteriormente Kubrick en Operación Luna, Jordi ni tan siquiera innova. Eso sí, agradece a los que "han disfrutado y han sabido jugar" con ellos. Si alguien tenía depositadas esperanzas en este personaje como adalid del periodismo reivindicativo, espero que hoy hayan expirado.

Hace unos días, en alusión a Wyoming y al trato que la supuesta izquierda televisiva da a Cuba, Venezuela, etc., dije en una conversación que La Sexta (cabe destacar que su dueño es el mismo que el de La Razón del señor Marhuenda) y la inmensa mayoría de medios denominados "de izquierdas" en nuestro país, así como los periodistas y comunicadores que trabajan para ellos, no son sino parte de una disidencia controlada. Vías de este tipo son creadas o compradas por la derecha para facilitar a la población, cuyo descontento crece y se acumula como en una olla a vapor, una válvula de escape que conciban como alternativa real cuando de facto no lo es. Es fácil, se tolera crítica hasta cierto punto: En materia de corrupción por ejemplo, a título personal; de la Infanta, de Urdangarín, de los banqueros... Pero nunca a los fundamentos de un sistema que posibilita esa corrupción.

Si controlas a los tuyos y y también a la oposición cercenándola, realmente nunca tendrás oposición. Hoy queda de nuevo meridianamente claro.

Sólo me queda decir otra cosa. Señores y señoras, eso que tienen en sus estanterías se denomina libro, no estaría mal que lo recordaran. Y no, no me refiero al volumen de porno para madres y para beatas que tanto ha vendido, no sé si eso puede considerarse como tal, pero bueno, es igual. El caso es que si realmente desean informarse, tendrán ustedes más posibilidades en la red y en los libros que en la televisión. Comiencen a apagarla, y se encenderá su espíritu crítico.