sábado, 31 de marzo de 2012 |

Huelga General 29M: Alicante

Una instantánea significativa, de "Información.es", RAFA ARJONES.
A eso de las 17:30 salí de mi casa dirección al centro de Alicante (Renfe, para ser más exactos), donde se había convocado una manifestación a las 18:30. Decidí bajar andando... Dado que los autobuses con servicios mínimos pasaban por lo visto cada hora, cruel ironía... Voy a manifestarme en la jornada de huelga, ¿pero cómo llego a la manifestación si el transporte público no funciona en condiciones normales? Nada que unas piernas sanas, ganas, y buena música para el camino no puedan solucionar.

Había quedado con unos compañeros de la universidad, y pese a haberlo hecho en un punto muy concreto me costó un rato localizarlos, la calle estaba atestada de gente. 100.000 personas según sindicatos, 40.000 según las autoridades; pese a que se trata del baile de cifras habitual, a uno le cuesta concebir cómo puede cometerse un error "de bulto" cuando se trata de 60.000 individuos. Va a resultar cierto que nuestra enseñanza es nefasta...

Imagen tomada con mi "cutre-móvil", antes de iniciarse la marcha.
Transcurrió más de una hora hasta que aquello comenzó a moverse. Tiempo en el que uno puede pasear y recorrer con la vista la columna de gente para cerciorarse de la presencia de colectivos muy variopintos. Al margen de la asistencia de todos los sindicatos y muy diversas plataformas, había gente de todas las edades, también estudiantes, profesores... (Me crucé con un par de profesores míos de la universidad, para mi grata sorpresa). Un grupo heterogéneo unido por una motivación común: Clamar contra los recortes.

La manifestación aconteció con la más absoluta normalidad (como en casi todas las ciudades, pese a que los medios se centren en los disturbios de Barcelona), con las arengas habituales y con otras muy imaginativas. Siempre me ha parecido un elemento atractivo y divertido de las manifestaciones, la variedad de algunas consignas y lo acertadas que resultan muchas de ellas, como el "Luego diréis que somos cinco o séis" cuando pasábamos cerca de las oficinas de "La Cope".

Manipulación a la que Intereconomía nos tiene acostumbrados.
Al margen de la jornada de huelga en sí, tenemos la tónica habitual también en las declaraciones posteriores por parte de los políticos dignos de mafia siciliana que tenemos. A destacar la célebre y ultraconservadora Esperanza Aguirre (quien opino debería dedicarse a "showman" y no a la política) pronunciando "Estos sindicatos caerán como el muro de Berlín".

Rseseñar también, pese a que no se trata de una declaración, la denuncia de las luces encendidas desde temprano en Madrid (http://instagr.am/p/IwQR8DQ9iG/); uno de los indicadores para saber si la huelga ha sido secundada es la caída en la demanda de luz... y "misteriosamente" todas las luces permanecieron encendidas. No sé a vosotros, pero que para maquillar cifras tiren el dinero de esa forma e incluso se pasen el medio ambiente por el forro de los cojones, tan solo reafirma mi catalogación de la clase política como mafia.


Por último, contaros que tuve una conversación con cierta persona, en la que me decía airadamente y con frases de lo más lapidarias que no está bien que obliguen a nadie a ir a la huelga, que no había motivos para hacerla, y que ésta no sirve para nada. Le contesté algo tal que así:

-La huelga es un derecho amparado por la Constitución al que puedes acogerte, con lo cual en primer lugar no está en tu mano, ni en la mía, decirle a nadie que la secunde o deje de hacerlo.

-Si sacas el tema de los piquetes, no olvides nombrar a las empresas que coaccionan a sus trabajadores para que no vayan a la huelga. Y había una lista amplísima de denuncias a empresas por este motivo. O todos moros, o todos cristianos.

-Ni siquiera se trata de si la huelga sirve o deja de servir. No es tanto el fin, en mi opinión, como la necesidad de hacerlo. Manifestar tu descontento es algo loable, necesario, y justo. Que luego sea eficaz o eficiente es algo que puede discutirse. El caso es la crisis tiene nombre y apellidos, la han provocado banqueros, promotores inmobiliarios... Y todavía ninguno de ellos ha ido a la carcel. ¿Por qué siempre pagan las mismas capas de la sociedad con recortes? ¿Por qué tenemos que quedarnos callados ante algo así?


lunes, 26 de marzo de 2012 |

Abuelo, ¿por qué sucumbió nuestra civilización? (II)

Continúa lo escrito en la entrada anterior:  Abuelo, ¿por qué sucumbió nuestra civiloización? (I)


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... Y esta segunda conclusión de nuevo nos conduce a otras. Podría decirse que nuestra evolución en unos sentidos, la incesante búsqueda del avance hacia un estado superior y de mayor comodidad, conllevó cierta involución en otros, lo cual derivó en serios problemas que no fueron tan hablados ni mencionados como nuestros logros. Ni por supuesto, debidamente estudiados ni tratados en general con la debida importancia para tratar de ponerles freno. ¿Cómo se explica que la sociedad más avanzada de la historia fuera la menos sociable? Resulta una contradicción tan obvia como evidente. Te pondré un ejemplo en apariencia fútil, pero con un problema de fondo real.

 Los jóvenes de tu edad, solían reunirse en determinadas zonas en la superficie, allí bebían alcohol y conversaban con sus amigos hasta altas horas de la madrugada, algo que resultaba muy común y que se denominaba “botellón”, incluso tu abuelo, al que creas o no fue joven algún día, acudió a algún que otro evento similar, si bien he de decir que no era el ambiente que yo solía frecuentar… En cualquier caso, la ingesta de alcohol de forma moderada no es dañina para la salud, el problema residía en que los jóvenes que acudían a estos eventos comenzaban a ser cada vez más jóvenes, y las cantidades de licor consumidas también mayores. De modo que los políticos, mandamases y demás títeres de turno, entregados a contentar a sus votantes, a los padres y madres de esos jóvenes a los que aguardaba cada vez un futuro más turbio, hicieron lo que siempre hacían, recurrir a lo fácil: “Nuestra juventud tiene una conducta nociva para su salud, erradiquémosla”, al fin y al cabo es más cómodo de plasmar en los titulares. Trataron de prohibirla con sanciones económicas primero, pero los jóvenes que ni siquiera tenían empleo no iban a temer unas multas que no podían pagar; después la situación se recrudeció al hacer uso de una fuerte presencia policial, cuando la situación era ya de por sí trillada, las libertades empezaron a recortarse, y el ánimo de la población se encontraba menoscabado, terminó irremediablemente en diversos altercados.

 Sin embargo, en todo ese periodo, nadie se paró a analizar el por qué de la situación, el qué llevaba a esos jóvenes a actuar de esa manera ¿cómo vas a tratar de suprimir una conducta, sin saber por qué se ve motivada? ¿Es correcto prohibir sin más, y quien tiene la autoridad moral para ello?,  el ser humano no actúa por instinto, pero su comportamiento responde a unas necesidades y pautas. Me resulta bastante viable pensar que esa conducta pudiera ir asociada al hecho de que esa generación hubiera nacido en una era donde la tecnología te facilitaba enormemente diversas labores, sí, pero también una era donde prácticamente todo “cara a cara” había desaparecido, cosas tan minusvaloradas como el hecho de mirar a los ojos a las personas a las que hablas, u observar los gestos de los que se dirigen a ti, de dar un abrazo o una palmada en la espalda. Pese a que no soy psicólogo, sin ese tipo de cosas parece inviable que esas futuras personas adultas lleguen a tener cualidades sociales plenamente desarrolladas. ¿No podría eso justificar el hecho de que los jóvenes buscaran ese tipo de reuniones, uno de los únicos sitios donde interactuar con personas de carne y hueso? ¿No podría ser el consumo de alcohol una herramienta para desinhibirse en esa situación en la que no disponían de las herramientas adecuadas para actuar? Quizás fuera así, o quizás no, empero, nadie pareció se molestarse en preguntárselo.

 Lo anterior es un mero ejemplo como he dicho inicialmente, el consumo de todo tipo de drogas se disparó entre todos los sectores de la población, no solo entre los jóvenes. Podría deberse a muchas causas, entre ellas podría ser un indicativo lógico de que una mayor fracción de la población buscaba no ya diversión, si no evadirse del mundo que le rodeaba. Siendo así, ¿no es evidente que algo iba mal?

Y hubo otros y diversos  problemas fruto de esa involución social, como he acuñado anteriormente, los cuales sí estaban probados por expertos en la materia y de los que sí se hicieron diversos estudios que así lo demostraban. Las enfermedades mentales habían aumentado casi de forma exponencial desde hacía años, la mayoría de la población llegaba a experimentar algún tipo de trastorno mental derivado del estrés o la ansiedad a lo largo de su vida, otros trastornos mucho más severos también aumentaron preocupantemente, así como el índice de suicidios. Volviendo al ejemplo de los nativos americanos, ¿crees que en su sociedad los suicidios eran altos? ¿Y los desórdenes mentales originados por el estrés? Obviamente no.

 El camino correcto por desgracia suele ser el dificultoso. Pero escurrir el bulto hasta que sea posible, desviar el problema a futuras generaciones, se convirtió casi en una tradición ancestral entre los nuestros. Siempre nos resultó más fácil culpar a los videojuegos o las series violentas de la mala conducta de nuestros hijos, por ejemplo, que entonar el mea culpa y admitir que nos equivocamos de pleno en su educación. Es curioso, de pequeño jugaba mucho al Monopoly y jamás me convertí en un maestro de las finanzas. -Óscar miró a su abuelo extrañado, éste le devolvió la mirada con una sonrisa y prosiguió-. Algún día te explicaré en qué consistía ese juego... El caso es que nadie se atrevió a admitir que algo fallaba en el sistema que habíamos creado, y no se trata de una fisura superficial,  era un problema que afectaba a sus cimientos, lo cual nos lleva a la tercera razón: ¿Por qué tolerábamos y seguíamos engendrando una sociedad monstruosa que nos dañaba cada vez más nuestro estado mental, nuestras dotes sociales, y en última instancia nuestra propia felicidad?